Aterrizar en el aeropuerto internacional de Paro, en Bután, no es tarea para cualquier piloto. De hecho, solo 50 pilotos en el mundo están capacitados para hacerlo. Esta pista se ha ganado la reputación de ser una de las más desafiantes debido a su ubicación entre montañas y las condiciones extremas que enfrentan las aeronaves al aproximarse.
Un aterrizaje entre montañas a 18.000 pies de altura
El aeropuerto de Paro, que se encuentra en medio de los Himalayas, a 7.431 pies sobre el nivel del mar, requiere que los pilotos realicen maniobras precisas para aterrizar en una pista de solo 2.265 metros de longitud. A medida que los aviones se aproximan, los pilotos deben hacer giros dramáticos, rodeando montañas de 18.000 pies de altura, lo que convierte este aterrizaje en una prueba de habilidades técnicas y nervios de acero.

¿Es peligroso volar a Paro?
A pesar de su complejidad, los pilotos insisten en que Paro no es un aeropuerto peligroso, aunque sí extremadamente difícil. El capitán Chimi Dorji, quien trabaja para la aerolínea nacional Druk Air, explica: «Es un desafío para la habilidad del piloto, pero no es peligroso. Si lo fuera, no estaría volando aquí».
Condiciones extremas y entrenamientos especiales
Paro es un aeropuerto de categoría C, lo que significa que los pilotos necesitan un entrenamiento especial para poder operar en él. Además, deben realizar el aterrizaje manualmente, sin la asistencia de radares. Como Dorji señala: «Necesitas conocer muy bien el terreno local. Un pequeño error puede hacer que aterrices en el tejado de una casa».
El clima, otro desafío a tener en cuenta
Otro factor importante son las condiciones meteorológicas. Los vuelos suelen programarse temprano en la mañana, ya que el viento y las corrientes térmicas en la región se vuelven más intensos por la tarde. Durante la temporada de monzones, de junio a agosto, las tormentas y el granizo, del tamaño de pelotas de golf, pueden complicar aún más las operaciones.