Grímsey: el rincón ártico con solo 20 habitantes y un millón de aves

Manu Borrella

En el extremo norte de Islandia, donde el Círculo Polar Ártico corta el horizonte, se encuentra Grímsey, una pequeña isla que parece sacada de otro mundo. Con solo 20 habitantes permanentes y una población de aves que supera el millón, este lugar ofrece un retrato único de la vida en el ártico.

Una isla remota y salvaje en el Círculo Polar Ártico

Grímsey no es un destino cualquiera. Situada a 40 kilómetros al norte de la costa de Islandia, esta isla es un refugio para la fauna ártica y un testimonio de la resistencia humana.

Con apenas 5,3 kilómetros cuadrados, sus paisajes están marcados por imponentes acantilados, praderas verdes y un cielo que nunca parece vacío gracias al constante vuelo de aves.

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Flora de Grímsey

Cómo llegar a Grímsey: vuelos, ferris y un pasado inaccesible

A pesar de su aislamiento, llegar a Grímsey no es tan complicado como podría parecer. Los ferris conectan regularmente la isla con Dalvík, un pequeño puerto en la costa norte de Islandia. Para quienes buscan mayor comodidad, también hay vuelos desde Akureyri, la «capital del norte». Sin embargo, no siempre fue así. Hasta hace pocas décadas, la isla solo era accesible en barco, lo que aumentaba su místico aislamiento.

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La fauna de Grímsey: puffins, charranes árticos y mucho más

Para los amantes de la naturaleza, Grímsey es un paraíso.

Los frailecillos, o puffins, son las estrellas indiscutibles del lugar, con sus característicos picos de colores brillantes. Además, el charrán ártico, conocido por realizar la migración más larga del mundo, anida aquí cada verano. A esto se suman gaviotas, alcas y otras aves que convierten los cielos en un espectáculo constante.

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Frailecillo en Grímsey

Un estilo de vida único en una comunidad de 20 personas

Con solo 20 habitantes, la vida en Grímsey es todo menos convencional. La comunidad vive en armonía con la naturaleza, pescando, cultivando y cuidando de sus ovejas.

Las tareas diarias están profundamente marcadas por el clima, que en invierno trae largas noches árticas y en verano ofrece días interminables. Es un lugar donde todos se conocen y cada persona desempeña un papel clave para el funcionamiento de la isla.

Visitando Grímsey: la mejor época y actividades imprescindibles

La mejor época para visitar Grímsey es durante el verano, cuando las temperaturas son más agradables y el sol de medianoche ilumina la isla sin descanso. Entre las actividades imprescindibles están:

  • Caminar hasta los acantilados para observar frailecillos y otras aves.
  • Cruzar el monumento «Orbis et Globus», que marca el paso del Círculo Polar Ártico.
  • Explorar la pequeña pero encantadora iglesia de la isla.

Historia y leyendas: los orígenes de Grímsey

El nombre de la isla proviene de Grímur, un vikingo legendario que, según las sagas, fue su primer habitante. Las leyendas hablan de un hombre valiente que eligió esta tierra para escapar del caos del continente. Con el paso de los siglos, Grímsey se convirtió en un refugio para pescadores y navegantes.

Grímsey, su conexión con Akureyri y su legado cultural

Aunque remota, Grímsey mantiene un fuerte vínculo con Akureyri. Los habitantes dependen de la «capital del norte» para el suministro de alimentos, combustible y otros recursos. A cambio, la isla ofrece pescado fresco y artesanías tradicionales, que reflejan su rica herencia cultural.

Monumentos del Círculo Polar Ártico: Orbis et Globus y otros hitos

Uno de los mayores atractivos de Grímsey es «Orbis et Globus», un monumento moderno que marca el paso del Círculo Polar Ártico. Este punto simbólico se actualiza cada año debido al movimiento del eje terrestre. Cruzarlo es un momento único que muchos visitantes consideran inolvidable.

Orbis et Globus
Orbis et Globus

Cómo los habitantes enfrentan la oscuridad del invierno ártico

La vida en Grímsey no está exenta de desafíos. Durante el invierno, las noches pueden durar hasta 20 horas, poniendo a prueba la resiliencia de sus habitantes. Las comunidades se apoyan unas a otras, organizando reuniones y celebraciones que combaten la soledad y el aislamiento. La aurora boreal también ofrece un consuelo natural, iluminando los cielos con su mágica danza.


Grímsey es mucho más que una pequeña isla en el ártico. Es un ejemplo vivo de cómo las personas y la naturaleza pueden coexistir en uno de los entornos más extremos del planeta. Visitarla es una experiencia que deja huella, recordándonos la belleza y la fragilidad del mundo ártico.

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